Veinte minutos después, el coche se detuvo ante una casa de dos pisos, de estilo isabelino, rodeada de un pequeño jardín lleno de heliotropos, que parecía vaciada en el mismo molde que el resto de los edificios de la plácida calle, todos isabelinos, de dos pisos y con su jardín de heliotropos. Margaret se apeó, pagó al chofer, cruzó un corto sendero de grava y llamó tirando de la campanilla.
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Veinte minutos después, el coche se detuvo ante una casa de dos pisos, de estilo isabelino, rodeada de un pequeño jardín lleno de heliotropos, que parecía vaciada en el mismo molde que el resto de los edificios de la plácida calle, todos isabelinos, de dos pisos y con su jardín de heliotropos. Margaret se apeó, pagó al chofer, cruzó un corto sendero de grava y llamó tirando de la campanilla.